A este arcano se le asigna el número 13, cifra que rompe con el orden natural establecido por los doce signos zodiacales y que , por tanto, coloca al hombre más allá de los límites del mundo conocido, empujándole hacia el caos primordial y hacia un nuevo periodo de manifestación. En este proceso iniciático, el hombre debe morir y renacer, es decir, retirarse del mundo puramente sensitivo par pasar a un estado de carácter más elevado. Por tanto la muerte no es más que una puerta, la misma que atraviesa el hombre al nacer para experimentar el mundo material, pero en sentido inverso, y que le da acceso a la fuente de vida de donde procede su espíritu.
Este arcano representa el perpetuo fluir de la conciencia entre las dos polaridades conocidas como la vida y la muerte; sin él, la manifestación de la existencia en este mundo sería imposible. Así pues, La Muerte, como arquetipo, es sinónimo de cambio, y su efecto es similar al proceso que atraviesa la semilla o la crisálida.
Este arcano representa el perpetuo fluir de la conciencia entre las dos polaridades conocidas como la vida y la muerte; sin él, la manifestación de la existencia en este mundo sería imposible. Así pues, La Muerte, como arquetipo, es sinónimo de cambio, y su efecto es similar al proceso que atraviesa la semilla o la crisálida.
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