El Colgado señala el momento en el que se inicia el segundo ciclo de 11 cartas, que representan la vía pasiva de la iniciación, en la que el iniciado ya no participa de manera activa en el proceso del conocimiento, como sucede en los anteriores 11 arcanos, sino que permanece pasivo permitiendo que las fuerzas celestes y externas le impulsen hacia otros planos y niveles del ser. Es la vía introspectiva, receptiva y lunar, es decir, la vía del místico. En esta carta el hombre permanece indefenso, expuesto a cualquier peligro. Su postura muestra una cruz (las piernas) sobre un triángulo (cabeza y brazos), simbolizando con ello el descendimiento de la luz del espíritu hacia la oscuridad de la materia para redimirla. Es la imagen de la víctima propiciatoria y, como tal, nos remite a la de todos los dioses sacrificados, Osiris, Dioniso, Odín o el mismo Cristo en la cruz y, por ello, se convierte en un símbolo de salvación.
En el plano humano, El Colgado representa al hombre que sacrifica la propia voluntad para someterse a la Voluntad Suprema y, de esta manera, identificarse con la divinidad.
En el plano humano, El Colgado representa al hombre que sacrifica la propia voluntad para someterse a la Voluntad Suprema y, de esta manera, identificarse con la divinidad.
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