En el diseño de algunos de los arcanos mayores del Tarot, como es el caso de la Rueda de la Fortuna, El Sol y El Mundo, encontramos la representación de un mandala. La diferencia entre estos tres mandalas está en la imagen que ocupa la posición central del símbolo y en la diferente activación mágica del círculo y de los efectos que dicha activación produce en la psique del hombre.
El arcano de La Rueda, cuyo tema principal es la rueda radiada, es, en sí mismo un mandala. Los personajes que se encuentran en el borde exterior del círculo, símbolo de las fuerzas naturales, provocan el movimiento de la rueda, símbolo de los ciclos (solar, lunar, anual, estacional, juventud, madurez y vejez) y de las repeticiones. Este mandala representa el espíritu del hombre sujeto al devenir cíclico de la rueda universal y a los continuos cambios del destino, el cual eleva al hombre en algunos momentos de su vida, pero después le hace caer de nuevo, impulsado por las fuerzas primigenias del Universo que permanecen al borde del círculo de su radio de acción y que por tanto están fuera de su control. Es decir la actividad se produce desde el exterior hacia el interior.
La acción del mandala sobre la psique del individuo que produce el arcano del Sol es distinta. Aquí el hombre está representado por los dos niños, símbolo de las dos polaridades de la psique humana en estado de inocencia, que reciben el influjo del mandala solar. Aquí la actividad se produce desde el interior del espíritu humano hacia el exterior.
En arcano del Mundo, el círculo toma aquí la forma de un óvalo formado por una corana de laurel en cuyo interior danza el andrógino, símbolo del alma triunfante y de la psique del hombre, que participa de manera consciente de la acción del espíritu.
Los tres arcanos que poseen un mandala muestra de este modo, la evolución que pueden potenciar en la psique del individuo, si éste realiza un trabajo profundo sobre sí mismo. El arcano de la Rueda inicia el proceso de toma de consciencia del individuo, que se descubre como un ser sometido a las fuerzas primigenias del Universo. El mandala del arcano del Sol representa un punto de inflexión en este proceso y concreta la búsqueda interior del individuo completándola con la proyección hacia el exterior. Y por último, el mandala del Mundo permite al hombre participar de manera consciente en la plena y total actividad creadora, pues le capacita para movilizar y utilizar en el proceso las fuerzas de la Naturaleza sobre las que ha adquirido poder.
El arcano de La Rueda, cuyo tema principal es la rueda radiada, es, en sí mismo un mandala. Los personajes que se encuentran en el borde exterior del círculo, símbolo de las fuerzas naturales, provocan el movimiento de la rueda, símbolo de los ciclos (solar, lunar, anual, estacional, juventud, madurez y vejez) y de las repeticiones. Este mandala representa el espíritu del hombre sujeto al devenir cíclico de la rueda universal y a los continuos cambios del destino, el cual eleva al hombre en algunos momentos de su vida, pero después le hace caer de nuevo, impulsado por las fuerzas primigenias del Universo que permanecen al borde del círculo de su radio de acción y que por tanto están fuera de su control. Es decir la actividad se produce desde el exterior hacia el interior.
La acción del mandala sobre la psique del individuo que produce el arcano del Sol es distinta. Aquí el hombre está representado por los dos niños, símbolo de las dos polaridades de la psique humana en estado de inocencia, que reciben el influjo del mandala solar. Aquí la actividad se produce desde el interior del espíritu humano hacia el exterior.
En arcano del Mundo, el círculo toma aquí la forma de un óvalo formado por una corana de laurel en cuyo interior danza el andrógino, símbolo del alma triunfante y de la psique del hombre, que participa de manera consciente de la acción del espíritu.
Los tres arcanos que poseen un mandala muestra de este modo, la evolución que pueden potenciar en la psique del individuo, si éste realiza un trabajo profundo sobre sí mismo. El arcano de la Rueda inicia el proceso de toma de consciencia del individuo, que se descubre como un ser sometido a las fuerzas primigenias del Universo. El mandala del arcano del Sol representa un punto de inflexión en este proceso y concreta la búsqueda interior del individuo completándola con la proyección hacia el exterior. Y por último, el mandala del Mundo permite al hombre participar de manera consciente en la plena y total actividad creadora, pues le capacita para movilizar y utilizar en el proceso las fuerzas de la Naturaleza sobre las que ha adquirido poder.
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