En esta carta, el esoterista del siglo XVIII quiso representar a Roboam, quien, como se narra en el libro primero de los Reyes, provocó la división del reino de Israel y subió al trono de Judá, reinando sobre las tribus meridionales. La figura, que Etteilla identificó con el nº 21, fue posteriormente modificada para dar al guerrero la figura de Julio César triunfante. En ambos casos la carta significa disputas, guerras y conflictos, pero también la capacidad para alcanzar la independencia gracias al valor, la inteligencia y el esfuerzo físico y moral.
lunes, 13 de septiembre de 2010
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