
Esta figura, según la concepción cabalística de Papus, corresponde a la letra hebrea cheth, que es la expresión del aliento con el que Dios insufló la vida y que es el mismo aliento que la conserva. De aquí surge la idea de “todo lo que anima”, atribuida por Papus a esta carta. En consecuencia, si la figura de El Papa (no el pontífice romano, obviamente) simboliza el fluido vital universal que la inteligencia divina envía directamente al mundo físico, con mayor razón se la considera el mediador entre Dios, el hombre y el Universo.
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