Las ideas neoegipcianistas de Pitois llevaron a concebir esta carta como una representación de la ley universal que regula las innumerables manifestaciones de la realidad: la religión entendida como relación entre lo finito y lo infinito. En un nivel inferior se encuentra El Hierofante, el maestro de los misterios sagrados; está sentado entre las columnas del santuario y solicita silencio con la mano derecha, mientras que apoya la izquierda sobre una cruz de tres brazos. A sus pies se encuentran postrados los genios de la luz y de las tinieblas, que le muestran su acatamiento.
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