Esta carta, que Crowley llama El Universo, muestra un “sexo femenino cósmico” rodeado por los cuatros Señores de los Elementos. En su interior, una esfera de color esmeralda, la Tierra, está retenida por una red de energías impalpables. Al fondo, un haz de luz emana de una pupila de oro: es el “poder de la serpiente”, un símbolo fálico con el que juega la joven desnuda del centro de la escena: es la hija de las estrellas, cuyo baile, expresión del poder de procreación y regeneración de la Gran Diosa Madre, forma los símbolos del Tao y de la Cruz, que representan la movilidad en la estabilidad.
miércoles, 26 de enero de 2011
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