Sobre una columna cortada se yergue un diablo barbudo, de piel escamosa y provisto de grandes alas y de los consabidos cuernos. En la mano derecha sostiene una antorcha, y con la izquierda señala el cielo. A los pies de este demonio hay un hombre y una mujer, ambos también con cuernos, que parecen acariciar la columna a la que están encadenados. Esta carta, a la que Etteilla asignó el número 14, simboliza las fuerzas que sojuzgan la voluntad humana, como la violencia, las enfermedades o la cárcel, pero también la deducción y el sortilegio.
jueves, 14 de octubre de 2010
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