
Esta figura es idéntica a la del Tarot de Marsella, pero la interpretación que hace de ella Wirth merece una reflexión en profundidad. El esoterista suizo afirmaba que el león, símbolo de la psique indisciplinada y de las pasiones descontroladas, no era maléfico, pues si bien es cierto que si se le deja libre se comporta de un modo violento y egoísta, una vez domado se convierte en un sirviente de energía inagotable. Así pues, corresponde a la joven, símbolo de la inteligencia, moderar y guiar la exuberancia del león sin reprimirla.
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