Pitois interpretó esta carta como una advertencia dirigida a los iniciados para que permanecieran atentos tras haber alcanzado un objetivo, ya que basta muy poco para precipitarse en el foso de las serpientes, es decir, en el mundo de las aberraciones. La esfinge es el símbolo del destino, siempre a punto para golpear a cualquiera. El genio del mal, en el lado izquierdo, simboliza la suerte del que se ha dormido en los laureles. El genio del bien, a la derecha, es el individuo que lucha para emerger de la ignorancia y el dolor.
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