Un rayo fulgurante decapita una pirámide de la que caen dos hombres, uno con corana y otro sin ella. Según Pitois, la escena simboliza los conflictos en los que pueden arder tanto los reyes como los plebeyos; en resumen, es la representación de la rivalidad que lleva a los adversarios a la ruina. En el mundo divino significa el castigo al orgullo; en el intelectual, el decaimiento del espíritu que trata de penetrar en el misterio de Dios; en el mundo físico, es el derrumbe de la fortuna, el naufragio de las ambiciones, la derrota de los proyectos estériles.
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