El Mago
Revela que la voluntad de un ser nunca debe dejar de manifestarse, puesto que, de tal modo, toma conciencia de sus actos y de sí mismo. Para él cometer errores es menos grave que no actuar, pues no teme el riesgo.
La Sacerdotisa
Indica que el ser que sabe valorar sus actos y comprender sus errores aprende a elegir mejor, para no reproducir nunca más los mismos errores y actuar con corrección y justicia.
La Emperatriz
Anima al ser a dar cierta continuidad a sus actos, que luego se convierten en actividades, y que le permitirán, con el tiempo, recoger los frutos de sus esfuerzos.
El Emperador
Favorece en el ser el desarrollo de su voluntad superior y de su espíritu, gracias a los cuales puede ejercer una influencia sobre el mundo exterior y el dominio de sí mismo.
El Sumo Sacerdote
Induce al ser a darse cuenta de que el dominio del mundo y de uno mismo no sirven de nada si no se ponen al servicio de una voluntad de conocerse a uno mismo, que es el único objeto y razón de ser de la voluntad.
El Enamorado
Subraya que en pleno conocimiento de uno mismo y con conocimiento de causa, el ser es capaz de hacer sus elecciones y tomar sus decisiones, las cuales decidirán su suerte y su vida. El Enamorado, parafraseando al Mago, concluye que una mala elección vale más que una vacilación estéril.
El Carro
Dice que una vez tomadas las elecciones y emprendido el camino, el ser ya puede afrontar los obstáculos de la vida, ponerse a prueba a sí mismo, conocer las alegrías de la victoria y la amargura del fracaso, del que aprenderá.
Revela que la voluntad de un ser nunca debe dejar de manifestarse, puesto que, de tal modo, toma conciencia de sus actos y de sí mismo. Para él cometer errores es menos grave que no actuar, pues no teme el riesgo.
La Sacerdotisa
Indica que el ser que sabe valorar sus actos y comprender sus errores aprende a elegir mejor, para no reproducir nunca más los mismos errores y actuar con corrección y justicia.
La Emperatriz
Anima al ser a dar cierta continuidad a sus actos, que luego se convierten en actividades, y que le permitirán, con el tiempo, recoger los frutos de sus esfuerzos.
El Emperador
Favorece en el ser el desarrollo de su voluntad superior y de su espíritu, gracias a los cuales puede ejercer una influencia sobre el mundo exterior y el dominio de sí mismo.
El Sumo Sacerdote
Induce al ser a darse cuenta de que el dominio del mundo y de uno mismo no sirven de nada si no se ponen al servicio de una voluntad de conocerse a uno mismo, que es el único objeto y razón de ser de la voluntad.
El Enamorado
Subraya que en pleno conocimiento de uno mismo y con conocimiento de causa, el ser es capaz de hacer sus elecciones y tomar sus decisiones, las cuales decidirán su suerte y su vida. El Enamorado, parafraseando al Mago, concluye que una mala elección vale más que una vacilación estéril.
El Carro
Dice que una vez tomadas las elecciones y emprendido el camino, el ser ya puede afrontar los obstáculos de la vida, ponerse a prueba a sí mismo, conocer las alegrías de la victoria y la amargura del fracaso, del que aprenderá.
La Justicia
Específica que no basta la victoria sobre uno mismo; el ser todavía tiene que establecer un equilibrio entre sus fuerzas interiores y las fuerzas exteriores que le rodean, sobre las que influye y que, a su vez, le influyen.
El Ermitaño
Dicta al ser que debe aprender a observar, a escuchar y a acallarse, teniendo en cuenta que cuanto menos intervenga directamente en el juego de la vida exterior, y cuanto menos sea susceptible de ser su víctima, más valorará el alcance de sus actos.
La Rueda de la Fortuna
Insiste en el hecho de que aquí abajo todo cambia y se transforma y que son nuestros actos y nuestras palabras lo que hacer girar al mundo.
La Fuerza
Como su nombre indica, revela que la verdadera fuerza del ser se manifiesta cuando actúa a su debido tiempo y, exclusivamente, cuando es necesario.
El Colgado
Muestra que el ser ostenta un poder que actúa a menudo como una fuerza mayor: la fuerza de la renuncia y del perdón.
La Muerte
Nos muestra una fuerza superior a todas y que el hombre puede alcanzar: la de la disolución que engrendra el nacimiento en otra vida.
La Templanza
Luego, explica cómo el ser que muere y renace ve cómo circulan en él todas las corrientes de la vida, se regeneran en él, a través de él, por él y para él.
El Diablo
Pone a disposición del ser todos los poderes, todas las fuerzas de la vida material y espiritual. Por eso, ahora le toca decidir qué hacer con los mismos.
La Torre
Revela que, una vez más, si escoge el buen camino, el ser puede estar seguro de que nada vendrá nunca a perturbarle, ni a interrumpir su crecimiento, ni a poner en duda su fuerza. En el caso contrario, puede perder todo lo que se le ha dado y todo lo que ha adquirido en cualquier momento.
La Estrella
Empuja al ser a encontrar un impulso mayor que la esperanza y que puede reflejar en el amor de su vida, que es también el amor de su alma.
La Luna
Pone de relieve todas las trampas del amor, que llevan a la confusión de sentimientos o a la desesperanza, las ilusiones o la locura, pero de donde puede brotar el amor más hermoso: la fe.
El Sol
Es el guía que conduce al ser desde el amor ferviente hacia la felicidad, la cual se realiza plenamente en la unión con su alma.
El Juicio
Anuncia que de su unión sagrada nace algo nuevo, puesto que él ha nacido de sí mismo. Es una metáfora del ave fénix.
El Mundo
Revela que el ser nacido de sí mismo es todo lo que el mundo es, que este mundo nació gracias a él, que está en él, sólo existe para él y sólo vive a través de él.
El Loco
Es el hombre corriente, que busca la unión con su alma, su destino, a sí mismo y su realización. El Loco representa el principio y el fin, seguido de un nuevo comienzo, una especia de eterno retorno. Simplemente, se trata del ser en sí mismo…
Fuente: Enciclopedia “Aprender y conocer la Astrología” Sección: Artes Adivinatorias: El Tarot. Editorial SALVAT.
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