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Este espacio está dedicado al estudio y la orientación humana a través del Tarot. Experimentaremos el Tarot y compartiremos interesantes aportaciones realizadas por numerosos estudiosos e investigadores del Arte del Tarot.

miércoles, 17 de julio de 2013

El Castillo de los destinos cruzados (Italo Calvino)

En esta ocasión me gustaría recomendaros una lectura curiosa: “El Castillo de los destinos cruzados” de Italo Calvino, Ediciones Siruela, dónde las cartas del Tarot se utilizan como una máquina narrativa combinatoria. Como explica el propio autor en la Nota Preliminar de su libro (Ediciones Siruela 2010)…”se ha aplicado sobre todo a observar las cartas del tarot con atención, con la mirada de quien no sabe qué son, y a extraer de ellas sugerencias y asociaciones, a interpretarlas según una iconología imaginaria”…

En este libro, su autor nos propone dos narraciones: “El castillo de los destinos cruzados” y “La taberna de los destinos cruzados” dónde cada narración consta de varias historias construidas a partir de las posibles interpretaciones de dos diferentes mazos de Tarot: El Visconti y el de Marsella.

En estas dos narraciones los personajes por diferentes motivos no pueden hablar y sin embargo tienen mucho que contar… ¿de qué instrumento se sirven para comunicarse? De una baraja de Tarot.

Extracto: “Historia del ingrato castigado” correspondiente a la narración del Castillo de los destinos cruzados:

“…A esta fila de cartas se añadió una que anunciaba seguramente un mal encuentro: La Fuerza. En nuestra baraja de tarot este arcano estaba representado por un energúmeno armado, sobre cuyas malvadas intenciones no dejaban dudas la expresión brutal, el garrote dando vueltas en el aire y la violencia con que abatía, de un golpe seco, a un león, como se hace con los conejos. El relato era claro: en el corazón del bosque el caballero había caído en la emboscada de un feroz bandolero. Las más tristes previsiones quedaron confirmadas por la carta que vino después, es decir, el arcano duodécimo, llamado el Ahorcado, donde se ve a un hombre en pantalón y camisa, atado cabeza abajo, suspendido de un pie. Reconocimos en él a nuestro joven rubio: el bandolero, después de despojarlo de todas sus pertenencias, lo había dejado colgado de una rama, balanceándose cabeza abajo.

Lanzamos un suspiro de alivio ante la noticia que nos dio el arcano La Templanza, depositado por nuestro comensal sobre la mesa con expresión agradecida…”


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